Traduce este Blog a: Inglés Francés Alemán Italiano Chino

viernes, 26 de septiembre de 2008

“Manolete, si no sabes torear… pa qué te metes"

Existe en el baloncesto, así como en muchas empresas en la actualidad, lo que se denomina vulgarmente “hacer equipo”. Es algo inconcreto, abstracto, complicado de conseguir. Una comunión entre cuerpos, una fusión de deseo y sudor. Pero una vez que se logra, es un éxtasis. Cualquier mente obtusa que me lea pensará que hablo de otra cosa, pero la analogía puede valer.

Cuando en vez de ser un EQUIPO se es un simple “grupo” o la “suma de individuos”, algo falla. Debe existir una comunión y un compromiso. Saber por qué y para qué trabajas, conocer tu roll. Aprender a sacrificarte… En esos momentos estas empezando a construir algo.

Creo que igual que se hacen votos en el matrimonio deberían hacerse en un equipo de baloncesto: “¿Quieres pertenecer a este equipo en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza (tú no, Pau), en las derrotas y en las lesiones, en los impagos y en los errores… hasta que el contrato nos separe?”.

La voluntad de hacer equipo llega muy lejos. Yo he vivido desde estancias monacales en sitios inhóspitos, a pretemporadas infernales sin otra cosa que hacer más que correr por las agrestes montañas. La última fue en Treviso. Cuando apenas llevaba una semana allí y casi no conocía las caras de mis compañeros, nos llevaron a un Spa. ¡Maravilloso!, pensé. Cuál fue mi sorpresa cuando en el Spa, en Brunico obligaban a estar “en bolas”. Tanto hombres como mujeres. ¡Ésta sí que es una forma de mirar a la cara de tus compañeros!

Cuando ví la escena de 10 tíos hablando amigablemente desnudos dándonos cachetazos en el culo, sopesé seriamente: “¿No estaremos haciendo demasiado equipo?”

Actualmente estas técnicas están muy en boga en las empresas. Recientemente me contó un amigo que trabaja para una inmobiliaria franquiciada que en una de estas escapadas para-fundirse-en-un-abrazo-de-concordia animaron a todo el grupo a andar sobre brasas
(quiero puntualizar que mi amigo es más chulo que un “8” y que le cuesta andar del sofá a la nevera).

Cual fue su sorpresa cuando uno a uno fueron pasando los 30 trabajadores que iban delante suyo animadamente entre jaleos y gritos. Puedo imaginar a mi amiguete con cara de “Manolete, si no sabes torear… pa’ que te metes”. Hubiese pagado mucho dinero por ver su cara mientras pasaba descreído fundiéndose en un ficticio abrazo con su reciente familia de cartera, tras su “desvirgamiento” empresarial.

Hacer equipo es complicado y en algunos casos arriesgado. ¿Dónde empieza la voluntad y dónde acaba la apariencia? ¿Quién pone los límites? ¿Se puede medir el deseo en términos pecuniarios? ¿Y provocar un sentimiento de pertenencia?

Equipo es saber dónde acaba uno y dónde empieza el otro. Es saber sacrificarse por objetivos comunes. Allá donde no cabe la primera persona…

Aunque siempre habrá alguno que intente cambiarte de bando. El egoísmo es un mal humano endémico y siempre existe gente como un amiguete que me contestó: “El trabajo en equipo es esencial. Te permite echarle la culpa a otro”…

lunes, 22 de septiembre de 2008

TOC

Hace unas semanas vi un reportaje en la TV de enfermedades extrañas. Una enfermedad que me llamó poderosamente la atención fue el TOC. “El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) es una enfermedad que hace que las personas tengan pensamientos que no desean (obsesiones) y que repitan ciertos comportamientos (compulsiones) una y otra vez. Todos tenemos hábitos y rutinas en nuestra vida cotidiana tales como cepillarnos los dientes antes de acostarnos. Sin embargo, para las personas con TOC, los patrones de comportamiento interfieren con sus vidas cotidianas”.

Las causas que pueden llevar a esta enfermedad son los sentimientos de culpa y excesiva responsabilidad, trastornos del sueño, problemas conyugales, laborales o sociales.

El TOC (en inglés OCD: Obsessive Compulsive Disorder) afecta a todo tipo de personas, entre ellas también a famosos, como David Beckham, que sólo mete en la nevera un número par de refrescos… “todas las cosas en perfecta alineación o en pares de objetos”, confiesa. “Debo colocar las latas en el frigorífico en línea recta y si hay demasiadas en una, las coloco en perfecto orden en otro estante. Cuando voy a un hotel, antes de poder relajarme, debo colocar todos los folletos o los libros que encuentro encima de los muebles en un cajón”. Durante una entrevista en la televisión, David admitió que podía pasarse horas poniendo rectos los muebles de su casa de Madrid. Para paliar de algún modo su ansiedad, solía estrenar un par de botas de fútbol en cada partido y comprar exactamente 20 paquetes de espaguetis cada vez que iba al supermercado. Charles Darwin o el multimillonario Howard Hughes también sufrieron el TOC, así como Woody Allen, Harrison Ford, Mozart, Einstein, Martin Scorsese, Leonardo DiCaprio, Michelle Pfeiffer o Winona Ryder.

Según el Instituto Nacional de Salud Mental, los trastornos obsesivo-compulsivos afectan a una de cada 40 personas en Estados Unidos, alrededor de 7 millones de sus habitantes padecen este trastorno que generalmente se desarrolla entre los 20 y 30 años de edad. Hay un 25 por ciento de probabilidad de que uno de sus parientes cercanos también lo padezca.

Navegando en Internet vi manías tan variopintas de gente enferma de TOC como ver la tele a un volumen concreto (variarlo de 10 en 10 o de 5 en 5), ordenar las cintas de vídeo siguiendo un orden cromático determinado, acomodar la ropa de acuerdo al color o con un orden concreto o ir por la calle pisando las baldosas de una forma determinada.

Como cito al principio, una de las principales causas del TOC son los sentimientos de culpa y la excesiva responsabilidad. Los jugadores de baloncesto tienen que bregar con la responsabilidad y cierta culpabilidad ante los fallos públicos.

Es sabido que el baloncesto exige rutinas, gestos repetidos que casi se convierten en “tic”. Por ejemplo, los automatismos de un tiro libre que ayudan a centrarte en el gesto y aislarte del exterior… Granger Hall, aquel americano que estuvo en Huesca, botaba 3 veces el balón de forma particular y el público lo coreaba. Villacampa, daba un número exacto de botes utilizando la mano izquierda. Herreros lanzaba sin botar nada más recibir el balón del árbitro, como Margall. De extranjeros me gustaba la de Hornacek, con su ritual de acariciarse la mejilla. Yo he cogido la manía de justo antes de lanzar batir ligeramente el balón, se la copié a Djordjevic. Aunque con distintos resultados. ¿La boto poco? Eso será.

¿Garbajosa, Romay, Larry… podrían ser presas del TOC? Larry tenía que pisar los huecos de las líneas de vez en cuando y le veías desplazarse 3 metros de donde todos estábamos para realizar su ritual. Fernando no se cortaba el pelo, ni estrenaba zapatillas antes de un partido. Llegó un momento que prohibía cortarse el pelo a todos los integrantes del equipo. No sé si esto era manía o que nos vacilaba…

Lo de Jorge era más particular: tiene que darles a todos los jugadores de la plantilla un golpe en el pecho; también dice una frase antes de lanzar tiros libres; tiene que meter la ultima canasta antes del partido (ésta es más popular entre los jugadores, véase Dumas o Berni); tiene que salir en la presentación con la boca llena de agua; tiene que salir a la pista con un pie concreto; se ata y desata las zapatillas un número concreto de veces… Vamos, una TOCada de…

Realicé un test TOC y me resultó positivo. ¿Qué ocurre? ¿Estamos excesivamente preocupados? ¿Nos infunden miedos desde el exterior, TV, periódicos… y queremos agarrarnos a algo por muy irracional que parezca?

("El miedo es mi compañero más fiel, jamás me ha engañado para irse con otro". Woody Allen)